Relatar: tortura y placer

Animals, Joaquim Mir

RELATAR incontables historias era para él una tortura y un pasatiempo.

Una tortura, porque hay que abrirse camino entre un «zoológico de palabras»: sustantivos inquietos, adjetivos moteados, modificadores que mugen, verbos que rebuznan, el ruido de cascos de los signos, el crujido de los detalles, las «alas y garras» de las novelas. Un pasatiempo, porque nada —salvo tal vez la emoción de cazar mariposas en las laderas alpinas— puede rivalizar con el puro júbilo de inventar nuevos mundos.

El encantador. Nabokov y la felicidad, Lila Azam Zanganeh, p.96